El seno es un órgano que consiste en una glándula ubicada en el tórax anterior. La anatomía de la mama, está constituida por el tejido mamario que incluye una serie lobulillos glandulares donde se produce la leche, los cuales están conectados a muchos conductos que se van reuniendo hacia el pezón.
Además, el seno está constituido por el tejido estromal que incluye grasa, nervios, linfáticos, vasos sanguíneos, ligamentos y otros tejidos conectivos. Detrás del seno, se encuentra los músculos pectorales y las costillas. El músculo pectoral y los ligamentos ayudan a mantener el seno en su lugar.
Todos estos tejidos tienen una importancia clínica ya que los signos y síntomas de las enfermedades del seno dependerán de las estructuras que estén afectadas. Por ejemplo, con el paso del tiempo los ligamentos se distienden y el seno presenta una caída llamada ptosis mamaria.
Asimismo, la aparición de un cáncer de mama puede retraer los ligamentos de Cooper, haciendo que la piel pueda verse deprimida. Por otra parte, los tumores que se desarrollan detrás de la areola pueden retraer los conductos galactóforos y producir una retracción del pezón.
El cirujano oncólogo o mastólogo debe conocer la anatomía del seno para poder estar atento durante el examen físico del seno y durante la cirugía de la mama.
En resumen, en el seno encontramos unas estructuras llamadas lobulillos que producen la leche y que están conectadas a conductos que llevan este líquido hacia los pezones, todos ellos rodeados de tejido conectivo y grasa. Se puede imaginar esta estructura como un racimo de uvas inmerso dentro de una gran torta de gelatina, en donde las uvas son los lobulillos, las ramas de las uvas los conductos y la gelatina los elementos conectivos y la grasa del seno.
Los linfáticos son unas estructuras de gran importancia desde el punto de vista oncológico. Ellos ayudan a drenar los líquidos que se acumulan en el tejido conectivo, participando en la lucha contra gérmenes que alcanzan esta zona, transportándolos hasta los ganglios linfáticos, generalmente aquellos ubicados en la axila.
Los linfáticos pueden llevar células malignas desde el lugar de origen del tumor en el seno hasta los ganglios linfáticos.
Durante la aparición de un cáncer de mama, estas células malignas logran acceder a los linfáticos y desplazarse hacia los ganglios, asentarse allí, crecer y tener la oportunidad de seguir avanzando hacia otras partes del cuerpo.
Este principio anatómico es utilizado para poder realizar la biopsia del ganglio centinela, el cual es teóricamente el primer ganglio que drena el área del tumor.